martes, 11 de noviembre de 2014

Restaurante El Lago de Marbella



El Lago no es sólo un restaurante, es un trocito del Paraíso.
Su entorno idílico queda patente en la foto.
Su cocina, es un regreso a nuestra infancia, a los sabores de verdad, al producto ecológico y de calidad.
Pero a la vez, es una cocina creativa e innovadora.
Todo ello aderezado con un trato exquisito.
¿Se puede pedir más?

 Estuve allí hace unos días y fue una experiencia tan maravillosa, que no creo que las palabras sean capaces de hacerle justicia.Y digo experiencia, porque no fue sólo una comida. Fue una suma de sensaciones. Cuando te cuentan la historia de cada plato y el origen de cada uno de sus ingredientes, el bocado ya no es sólo comida, es un relato comestible, con introducción, desarrollo y desenlace.

Esta historia comienza con la sonrisa de Paco García, jefe de sala, que nos dio una calidísima bienvenida y consiguió, en pocos segundos, que nos sintiéramos como en casa.


Pasamos a la terraza. ¡Qué belleza! Tiene unas vistas tan maravillosas que  parece como si el tiempo se detuviera. De pronto, te olvidas de todo y te dejas llevar por el sonido del agua y el impresionante paisaje exterior.


Para que el tiempo no se detuviera del todo, nos trajo un aperitivo riquísimo. Crujiente de camarones, crujiente de torreznos y crujiente de especias con pipas. Acompañado con un alioli de pimiento asado, que me lo habría comido a cucharadas (no lo hice porque hay que guardar la compostura, que conste).


Paco García tiene un gran encanto natural y es un narrador maravilloso. Es de estas personas que te cautivan cuando habla. Eran las tres de la tarde, teníamos el estómago vacío y  estábamos tan embelesados con sus historias, que creo que nadie recordó que teníamos que comer, hasta que él lo dijo. 

Una de las cosas que nos contó que más me llamó la atención es cómo le dan prioridad al producto local y ecológico. Tratan directamente con los productores de la zona. De esta forma, se aseguran ingredientes de primerísima calidad y, además, generan riqueza en su provincia y en Andalucía. Es una filosofía que deberían adoptar muchos más sitios. No es necesario importar producto para ahorrarse unos euros. ¿No es preferible la calidad? Tenemos aquí lo mejor de lo mejor: generemos riqueza en nuestra provincia y en nuestra comunidad.

Para empezar, unos molletes de Antequera, de verdad, buenísimos. Yo creo que el aspecto lo dice todo.


Recuerdo que, al principio, Paco García nos comentó que ellos ponían mucho más énfasis en la calidad del producto que en la presentación. Claro, éso ya te crea unas expectativas y piensas que vas a comer un plato exquisito, pero  sin gran estética. Pues no!!! Me sorprendió muy gratamente ver una presentación cuidada hasta el más mínimo detalle. 

Este plato fue uno de los favoritos. Tomate del terreno con queso de cabra de Coín, membrillo, pesto de rúcula y praliné de frutos secós. "Realmente, es sólo un tomate", nos decia Paco.
Este plato, bajo su aparente sencillez, es una combinación de texturas y sabores tan bien elaborada, que no te puede dejar impasible.
 


  Urta macerada con jugo de cítricos, verduras crudas y ilantro.
Este plato es precioso. Por favor, miradlo. Mirad qué armonía de colores, parece un lienzo. Por supuesto, el sabor acompañaba a su belleza. La salsa de cítricos era exquisita y la urta, tan sabrosa, hacían un conjunto digno de los paladares más exquisitos.


Y éste fue el triunfador. Huevo frito con bacalao y jugo de pimientos rojos asados. Cuando intentábamos explicarle a Paco García lo mucho que nos había gustado, nos respondía. "Pues es un huevo".


 Vale. Un huevo cocinado a baja temperatura, con un punto de cocción perfecto, no es sólo un huevo. Es un tesoro comestible. Le hice una foto cuando levanté la capa de arriba. A ver quién consigue ésto en casa...


Salmonete con almeja de carril, jugo emulsionado al ajillo y calabacín. Este salmonete era de lagrimón y tenía sorpresa: escondidas debajo había unas almejas que, según nos contaron, estaban vivas por la mañana. Creo que nunca he comido unas almejas con un punto de cocción tan perfecto. Además tenía unos daditos de calabacín crudo muy pequeñitos, que le daban un toque delicioso. 


Paletilla de chivo lechal malagueño, tabule vegetal y yogourt de soja y naranja. Un plato maravilloso. Los sabores dulces daban un toque especial a la carne.


A continuación otro tesoro: tabla de quesos. Todos quesos artesanos hechos en Andalucía. En este caso no os puedo contar mucho. Ya conocéis mi intolerancia a la lactosa y sólo pude comer los que estaban curados. Pero sí os puedo decir que mis compis de mesa no dudaron en hacer buena cuenta de los trozos que yo dejé. No hace falta que diga nada más.



Y llegamos a mi momento preferido: el postre. Mandarina del Valle del Guadalhorce. Era una absoluta exquisitez, como si te estuvieras tomando una mandarina con diferentes texturas. Ese sabor creo no lo paladeaba desde mi infancia, cuando las mandarinas eran de verdad.....


Y el maridaje no pudo ser mejor. Ya sabéis que tengo debilidad por las Bodegas Jorge Ordóñez.
Mi vino favorito hasta ahora sigue siendo el Victoria Nº2. Le sigue Botani, otro grande, un seco de uva moscatel de Alejandría, delicioso. Mi gran descubrimiento esta vez fue Breca, un 100% garnacha. Un vino sabroso, con un aroma potente y un precioso color cereza.
Una de las características que más me gusta de estas bodegas es que los vinos los fermentan de forma tradicional, no llevan nada de química.


 Diego del Río, jefe de cocina del restaurante, también nos obsequió con su compañía al finalizar la comida. Es un chef que ama su trabajo y éso se refleja en su cocina. Cuando tú pones mucho amor en lo que haces y lo aderezas con una gran creatividad, el resultado sólo puede ser espectacular. Además, es una persona muy sencilla y amable. Fue un gran placer disfrutar de su cocina y de su compañía.



Y aquí la foto de familia de una tarde muy especial.
Sólo me queda dar las gracias a todos los que lo hicísteis posible.



Dulces besossssssssss

4 comentarios:

  1. Me ha encantado leer tu crónica y repetir de alguna manera el día tan sumamente agradable que compartimos. Está claro que sentimos las mismas emociones por los platos, el ambiente, el trato... Fue una jornada redonda.
    Un besazo.

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    1. Gracias Mavi. Efectivamente, fue un día muy especial.
      Un beso

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  2. Espectaculares platos, local, entorno.... en fin, realmente interesante y sí, un huevo perfecto es un tesoro difícil de alcanzar.

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    1. Si algún día puedes visitarlo, lo comprobarás por tí mismo. Seguro que te encantaría.

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Gracias por leerme.
Me encantaría que contaras qué te ha parecido mi entrada.