¿Qué os parece un desayuno así un domingo por la mañana, en la terraza, con buena temperatura, rodeada de tu familia y con un día por delante sin obligaciones? ¿Se le puede pedir más a la vida?
Sí, ya lo sé. Ahora estais pensando en un montón de cosas que pedirle a la vida. Pero, por favor!!! Que no se trata de eso. Hay que aprender a disfrutar el momento, a exprimir cada segundo, sobre todo los buenos.
Así que aquí estoy yo, con mi quinto bollo suizo, saboreando el momento (el quinto momento, jajaja). Si me descuido, no me quedan para la foto.
Esta delicia la tengo que agradecer a mis amigas de El mito del sofrito. Ellas han sido el blog asaltado este mes en el #Asaltablog. Ha sido una delicia planear el robo y llevar a cabo el plan. Chicas, me encanta vuestro blog y fue genial conoceros (aunque me falta la otra mitad).
Estos bollos son una delicia, de verdad de la buena. Se comen solos. Van desapareciendo del plato sin que te des cuenta. Lo malo es que tienen un efecto secundario: la pérdida de memoria. Eres incapaz de recordar si te has comido cuatro, cinco o siete.
Voy a daros la receta. Sentidla como una obligación. Luego me lo agraderéis.
Ingredientes:
600 gr. harina de fuerza
170 ml. leche
120 gr. mantequilla
40 gr. azúcar invertido Receta
50 gr. azúcar
40 gr. levadura fresca
1/2 cucharadita de sal
3 huevos
1 cucharada de agua de azahar
Para hacer esta receta usé la Thermomix, Se puede hacer con batidora, pero habrá que cambiar el orden de los ingredientes. Antes de empezar, disolvemos la levadura en la leche tibia.
Comenzamos batiendo los huevos, agregamos la leche con la levadura. la mantequilla, el azúcar invertido y el agua de azahar. Como se nos formaran bolitas con la mantequilla, ponemos la THX a 35º.
Mezclamos la harina con la sal y el azúcar y la incorporamos a la mezcla anterior.
Ya tenemos nuestra masa. La ponemos en un bol y la cubrimos con film transparente y un paño de cocina. Tiene que levar durante una hora.
Cuando la masa ha doblado su volumen ( a mí hasta me rebosó), hacemos bolitas y las ponemos sobre papel de horno. Es muy importante en el momento de hacer las bolitas, tener las manos impregnadas de mantequilla. Si no, la masa se nos pegará a las manos. Así que preparad un cuenquito con mantequilla para engrasar las manos después de cada bolita.
No debéis manipular mucho la masa porque se desinfla. Así que, coged una porción, dadle un poquito de forma y ya está: a la bandeja del horno.
Tenemos que volver a dejar levar la masa unos 45 minutos. Dejad suficiente espacio entre las bolitas porque aumentarán de tamaño y puede que se peguen.
A mitad del segundo levado, ponemos el horno a 200 º, calor convencional arriba y abajo.
Preparamos dos cuencos: uno con huevo batido y leche. Otro con azúcar glas y unas gotas de agua de azahar. Cuando haya concluído el segundo levado, los pintamos con la mezcla del huevo y, después, los espolvoreamos con pellizcos de azúcar glas.
Los metemos al horno 9 ó 10 minutos. Él tiempo no es exacto, cada horno funciona de una forma distinta. Por tanto, cuando estén dorados, es el momento de sacarlos.
Y ya los tenemos. Qué buenos, qué buenos, qué buenos!!!!!!!!!!!!
Con el primero, casi me quemo. Pero es que olian de bien......
Por supuesto, hice una versión chocolateada (¿alguien lo dudaba?).
En el momento de hacer la bolita de masa, puse dentro una nuez de ganache de chocolate frio.
Esto ya sobrepasó los límites de la exquisitez absoluta. Probadlo.
Y os dejo, que voy a seguir disfrutando de mi desayuno.
Dulces besosssssssssssssssss